jueves, septiembre 9

 

SOBRE FUNES / BORGES

Varios relatos de Borges son coqueterías suyas sobre un concepto que podría denominarse único o mismo, salvo que dicho concepto tiene como estructura la imposibilidad de perseverar único, o proseguir mismo. Se trata de algo semejante al vórtice de Pound, a la caída de la Casa de Usher de Poe (que devora todo) o las listas exhaustivas de Whitman. En una de sus versiones, Borges lo denominó "Aleph". "Funes, el memorioso", "La Lotería de Babilonia", "El libro de Arena", "El jardín de los senderos que se bifurcan", etcétera, un vasto etcétera de piezas que indagan y quisieran 'fatigar' (signo predilecto de la lengua borgeana) la noción de un todo que se desdobla en o contiene todos los todos posibles. De todos los relatos borgeanos, de sus bibliotecas, desiertos, dobles o laberintos que procuran este tema, prefiero "Funes, el memorioso". Ahí, como en "El Aleph", lo relevante es la parodia o burla vera del proyecto de un todo que contenga todos los todos. El poeta del "El Aleph" busca congregar en su pésimo poema toda la circularidad del planeta; la intención de Borges es mofarse de ese proyecto insano. Cada vez que alguien lee el Aleph lo toma como una pieza metafísica; según yo, el Aleph es para Borges un objeto cómico. Asimismo, sucede con el personaje de Funes; que interpreto como una resonancia del Quijote, es decir, la idea de contener todas las aventuras y todos sus relatos, al grado de encarnarlos y fusionar la vida menárdicamente con tal corpus. Funes pretende asir en su memoria cada pormenor del universo que su percepción detalla. Borges juzga ese intención estúpida y autodestructiva. "Funes, el memorioso" es una sátira de la erudición; una erudición que a Borges, a final de cuentas, le resulta compadrita; pusilánime, propia de un autodidacta ridículo como Funes, ¡sudamericano!, sujeto endeble que ejerce la melancólica profesión de Todo que contiene Todos los Todos perceptibles. Para entender "Funes, el memorioso" hay que leerlo en conjunción empática con los relatos de sus Crónicas de Bustos Domecq, una nómina de burlas extremas sobre tipologías de intelectuales 'vanguardistas', 'postmodernos' de tipo tercermundista. Para comprender a Borges hay que entender que su risa está aún más oculta y es más ambigua que la de la Mona Lisa.

Heriberto Y.


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